Tratamiento

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En el instante en que el paciente tenga la sospecha de que presenta algunos de los síntomas ya descritos debe avisar inmediatamente a los servicios de emergencias y posteriormente pueden tomar una aspirina (tiene un efecto antiplaquetario que inhibe la formación de coágulos en las arterias). “Uno de los problemas derivados del infarto es que se produzca una arritmia maligna y que el paciente fallezca”, explica Lidón. “Si está delante el servicio sanitario, las consecuencias pueden ser menores porque pueden activar el protocolo de actuación ante un infarto”.
Según la especialista, el electrocardiograma marcará el tipo de tratamiento. Así, si se produce un infarto con elevación del ST, los médicos activarán todos los mecanismos para intentar abrir esa arteria lo antes posible. “En caso de que el infarto no tenga elevación del ST, el médico tendrá que estudiar cómo está la anatomía coronaria, la capacidad de bombeo del corazón, decidir si conviene realizar una coronariografía y actuar en consecuencia, ya sea a través del mismo catéter o indicando una cirugía”, señala Lidón.
La especialista insiste en que tanto si los especialistas realizan un intervencionismo percutáneo coronario, como si hacen una cirugía es necesario que el paciente siga un tratamiento médico de por vida. “Estos tratamientos están indicados para facilitar la cicatrización, disminuir el trabajo del corazón para que pueda funcionar adecuadamente y evitar que se produzcan nuevos infartos”, especifica. “Nuestro objetivo es controlar todos los factores de riesgo cardiovasculares para evitar que la enfermedad coronaria continúe progresando y, si progresa, que lo haga lo más lentamente posible.
En el hospital, los pacientes pueden recibir distintos tipos de tratamientos:
  • Oxígeno: Suele ser la primera medida que toman los facultativos en el hospital y en la propia ambulancia.
     
  • Analgésicos: En las situaciones en las que el dolor torácico persiste se administra morfina o fármacos similares para aliviarlo.
     
  • Betabloqueantes: Impiden el efecto estimulante de la adrenalina en el corazón. De esta forma, el latido es más lento y tiene menos fuerza, por lo que el músculo necesita menos oxígeno.
     
  • Trombolítico: Disuelven los coágulos que impiden que fluya la sangre. Para que sean eficaces deben administrarse en la hora siguiente al inicio de los síntomas y hasta las 4,5 horas aproximadamente.
     
  • Antiagregantes plaquetarios: Este tipo de fármacos, como por ejemplo la aspirina,  impiden la agregación plaquetaria en la formación de los trombos.
     
  • Calcioantagonistas. Son bloqueadores de los canales del calcio. Impiden la entrada de calcio en las células del miocardio. De esta forma disminuye la tendencia de las arterias coronarias a estrecharse y posibilitan que el corazón trabaje menos, por lo que descienden sus necesidades de oxígeno. También reducen la tensión arterial.
     
  • Nitratos. Disminuyen el trabajo del corazón. En la fase aguda de un ataque al corazón suelen usarse por vía venosa y/o sublingual.
     
  • Digitálicos. Estimulan al corazón para que bombee la sangre.
Otros tratamientos:


  • Bypass coronario. La intervención consiste en seleccionar una sección de una vena o arteria de otra parte del cuerpo para unirla a la arteria coronaria por encima y por debajo del área bloqueada. Así se genera una nueva ruta o puente por la que puede fluir la sangre al músculo cardiaco.
     
  • Intervención coronaria percutánea. El objetivo es abrir la luz de la arteria bloqueada. El especialista determinará el vaso infartado con un angiografía inicial y posteriormente realizará una angioplastia con balón del segmento trombosado pudiendo a la vez implantar un stent. En algunas ocasiones pueden extraer el trombo con un catéter aspirador.

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